domingo, 21 de abril de 2013

Manos rotas

Con manos rotas recojo pedazos para reparar lo que se supone que perdí. Y mientras busco con ojos cansados los restos que quedaron, encuentro cosas que hace tiempo dejé de ser. Planteo el regresar, el recuperar; calculo el tiempo y el espacio, palabras que repito sin cesar mientras me contento con vivir ese momento que me da. Las palabras salen tan fácilmente de mi boca que parecen mentira y, sin embargo, nunca han sido más ciertas: entre el ya no te amo y el te comienzo a amar me pierdo, no me encuentro. Y me toca, y me erizo. Y me habla, y me alivia. Y me siente, y me mueve. Y él me habla y grito, y lo intenta y me desespera, y me ama y no quiero. Y lo siento y lo vivo y lo respiro, y entre el siempre y el nunca me trae vuelta loca, entre su amor y su amistad me ayuda y me hunde. Y mientras él espera y se queda, yo lo único que quiero es despedirme e irme. El tiempo se dice sabio, se dice me aliviará. ¿Y si no hay nada que aliviar? Yo lo que quiero es despertar y saberlo. Y lo que quiero es sentirlo. Y lo que quiero es tenerlo. Y lo quiero mio. Y quiero caber entre su hombro y su pecho. Pero entre lo que quiero y lo que tengo hay abismos de por medio, desidias y decisiones a medio tomar. Y desespero, porque hay cosas que me faltan y no encuentro, y el equilibrio que creí tener se derrumbó y sólo me quedó la incertidumbre: el no saber cuando poder, cuando reencontrar el punto entre el puedo y quiero.